En la categoría : Biografías
Dentro del tema : EMELEC
Autor del texto : EMELEC emelexista
Fecha de publicación: 6 Sep, 2015

Estaba consultando la colección de Diario EL UNIVERSO de julio de 1963 y me encontré con la columna Galería Deportiva, que firmaba un crack de todos los tiempos: Luis Hungría Guerrero, periodista de fuste. La columna recordaba la carrera de otro grande: Enrique Moscovita Álvarez. Me deleité leyéndola como lo harían ustedes, los que vieron el fútbol de antes y los que quieren conocer a las estrellas de una era que no vivieron, pero de la que han oído hablar a sus padres o abuelos.

Figuras mundiales

Para tener exacta idea de la dimensión de Moscovita Álvarez basta leer un párrafo extraído del libro Nuestro Fútbol, escrito por el periodista colombiano Hernán Peláez Restrepo: – Un hincha santafereño lleva en el corazón una manotada de nombres. Solo muy pocos de ellos llegaron a ser figuras mundiales.

Pero fueron piezas claves de Santa Fe y eso basta para que sus apellidos se pronuncien con cariño y con respeto. Un hincha de 50 años, por ejemplo, cree firmemente en Dios Padre y en Moscovita Álvarez, Canoita Prieto, Chonto Gaviria, Guardiola, De la Hoz, Gámez, Benegas (…)». El artículo completo, incluido en el libro del colega Peláez, lleva la firma de una de las más relevantes plumas del periodismo y la literatura de Colombia: Daniel Samper Pizano.

Primeros pasos

Sus pininos futbolísticos los hizo Álvarez en su barrio de Urdaneta y Boyacá, cuando no llegaba aún el pavimento. Los vecinos escuchaban gritar: – ¡Pásala, Escobita! Lo de Escobita se lo puso un tío materno, Segundo Castillo Prado, por lo esmirriado de su físico. Después fue al Independiente, de la serie B federativa, en el que jugaba de interior derecho.

Pedro Gallardo, exzaguero central del Racing guayaquileño, entrenaba al Italia en 1936 cuando vio al chiquillo y se lo llevó al club. Alguien que había oído de lejos el apodo Escobita le gritó en la tribuna del viejo estadio Guayaquil ¡Adentro Moscovita! Y se quedó así para siempre.

Algunos detalles

En noviembre de 1940 Italia debía enfrentar a 9 de Octubre. Moscovita bajó al camerino para cambiarse y el Gato Álvarez, que residía y trabajaba en Ancón, no llegaba. Alguien dijo – pongamos a este muchacho», y ahí mismo le tiraron el equipo y salió de alero titular. La victoria itálica y una gran actuación provocaron entusiastas comentarios: – Ha salido otro Álvarez. No cuesta pasajes, hotel ni comida. De aquí en más será titular», dijo EL UNIVERSO.

Allá empezó la fama de Moscovita. En 1941 pasó a 9 de Octubre para formar una gran línea del equipo campeón: Álvarez, Saturnino Ortiz, Jorge Calderón Llona, Enrique Gorra de Paco Herrera y Leonidas Villao. Los octubrinos fueron campeones de la Copa Honorio Santistevan, la Copa Ovomaltina y el torneo oficial de la Federación Deportiva del Guayas. Ese mismo año fue seleccionado de Guayas y seleccionado de Ecuador para el Sudamericano de 1942.

Consagración internacional

Ya se había asentado como half o como marcador lateral cuando en 1943 lo fichó el Guayaquil Sporting, junto a su inseparable Vicente Chento Aguirre. El Suda-mericano de 1945, en Santiago de Chile, fue su consagración internacional. Junto a Napoleón Medina y Jorge Chompi Henríquez fue considerado uno de los grandes del torneo. El técnico Rodolfo Orlandini lo ubicó de centro medio, puesto que no gustaba mucho a Moscovita por el gran despliegue que exigía y el constante trato con la pelota.

Tenía que obedecer al entrenador y aceptó. Después del gran partido contra Argentina, que practicaba el mejor fútbol del mundo, Boca Juniors quiso firmarlo. Orlandini lo aconsejó que lo hiciera, pero el jugador porteño prefirió regresar a Guayaquil y pensarlo. Antonio Rotilli, dirigente de Lanús, aprovechó su amistad con Carlos Zavala Gangotena, presidente de la Federación Deportiva Nacional del Ecuador, para conseguir la contratación de Moscovita.

Primer jugador ecuatoriano

Se fue hace un poco más de 70 años y se convirtió en el primer jugador ecuatoriano en militar en un equipo argentino. Lo hicieron debutar pocos días después en una gira por Junín y Pergamino y estuvo en Lanús toda la temporada. Al fin del torneo, en goce de vacaciones, venía a Guayaquil cuando se encontró en Santiago de Chile con Chompi Henríques, quien lo enroló en el Audax Italiano. El amor pudo más que los pesos chilenos.

Álvarez regresó a Guayaquil para casarse y aquí lo tentó Emelec. El centro medio guayaquileño que en el Sudamericano de 1945 había sido comparado con el Pibe de Oro argentino, Ernesto Lazzatti, se quedó para conducir a los eléctricos a la conquista del primer título de su historia: el de 1946.

Centro medio

Moscovita Álvarez fue campeón con 9 de Octubre, en 1941; con Guayaquil Sporting, en 1943; y con Emelec, en 1946 y 1948. Era el centro medio del despliegue sutil y elegante en las selecciones de Guayas y de Ecuador. En 1946 fue solicitado por Santa Fe de Bogotá, en el que jugó la temporada de 1947. Ese año lo llamaron para la selección que jugó el Sudamericano que se realizó en el estadio Capwell en el que fue figura descollante.

EMELEC se lo llevó al Campeonato de Campeones de 1948, en Santiago de Chile, e integró una línea media que se menciona como la mejor de la historia millonaria y una de las más famosas del balompié ecuatoriano: Ricardo Chinche Rivero, Enrique Moscovita Álvarez y Vicente Chento Aguirre.

Junto a Chompi retornó al Santa Fe en 1949, donde creció su fama jugando de eje junto a De la Hoz y Dokú, relegando al banco al argentino Lorenzo Delly. Con el mismo De la Hoz y el inmenso Ángel Perucca, a quien la historia llamó el Portón de América, integraron una línea media que dio bellos espectáculos en la era de El Dorado.

Santa fé

Jugó para EMELEC el Torneo del Pacífico, de 1949, prestado por Santa Fe. Volvió a EMELEC en 1950, pero trajeron a un argentino, Héctor Pedemonte, lo que no gustó al porteño. Se mandó a cambiar en 1951 a Estados Unidos y fue un crack en toda la línea defendiendo la divisa del Hispano junto al goleador manabita Hugo Mena. En 1953 Álvarez volvió a EMELEC a entregar los últimos fulgores de su estrella futbolera. Pocos alcanzaron su dimensión internacional. Colombia lo recuerda con la misma veneración que guarda para Adolfo Pedernera, Alfredo di Stéfano, Ramón Villaverde, Héctor Pibe Rial, Néstor Raúl Rossi, Ángel Perucca y más astros de El Dorado.

Nosotros lo hemos olvidado, pero los viejos fanáticos del Santa Fe Bogotá se estremecen con el recuerdo del elegante centro medio que defendió su divisa. Si no lo creen, pregúntenselo al afamado escritor Samper Pizano. (O)

Después de jugar en el Lanús, Álvarez se quedó en Guayaquil para conducir a los eléctricos a la conquista del primer título de su historia: el de 1946.

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