En la categoría : Emelecistas
Dentro del tema : EMELEC | Estadio Capwell
Autor del texto : Humberto Ramirez Estrella
Fecha de publicación: 11 Dic, 2011

La hinchada eléctrica armó su capilla junto al Capwell. El paso elevado de la avenida Quito se convirtió en un altar para rogar por la añorada décima primera corona del Campeonato Nacional de Fútbol.

De sus barandas metálicas se desplegó una guindola gigante con al imagen del Divino Niño. Su rostro y brazos extendidos fueron plasmados al detalle con grafiti. Y su impecable túnica blanca estaba teñida de azul, con el escudo de Emelec. «Hoy hasta Dios es emelecista», repetía a gritos Jorge Pozo. El ambiente estaba lleno de cánticos y una columna de humo blanco se elevaba frente a la imagen. El tipo delgado, de piel morena, caminaba titubeante. «Estamos aquí desde las tres de la mañana, en vigilia…. Porque EMELEC es devoción», dijo después de persignarse.

emelexista emelec Boca del Pozo


Su apellido no es casualidad. Jorge es miembro a morir de la Boca de Pozo, la barra brava del ballet azul desde 1980. Como un ritual, él y otros hinchas se concentraron desde la madruga en la entrada de la general, en la esquina de avenida Quito y General Gómez. Soportaron el frío, la lluvia y al día siguiente el intenso calor de la mañana. Las banderas y las pancartas les sirvieron de túnicas para cubrirse del sol.

Pero el fervor estaba encendido al máximo. Los vasos de cerveza rodaban por las hileras zigzagueantes. Pasaban de boca en boca. «Es para estar despierto», gritaban. María José no dudó en probar un trago. Recordó que la primera vez que pisó la Boca tenía apenas 10 años.

«Al principio fue raro. Había harto humo…». «¡Oe! Tranquila, no digas eso», le interrumpieron sus amigos de camiseta entre risas. Pero desde ese primer encuentro con la Boca la joven no se pierde un solo partido. «Mi apellido es Boca del Pozo, es mi pasión». Cerca, la voz ronca de ‘Conan’ se oía con fuerza. En su piel blanquísima, enrojecida por el sol, resaltaba un escudo del Bombillo en su brazo izquierdo. ¿Qué es la Boca del Pozo para él? «¿Has estado en el carnaval de Río de Janeiro? Eso se queda corto cuando estás apoyando al equipo».

Al escuchar un grito, toda barra reaccionaba. Era como un gran avispero sobre el asfalto ardiente. «Y vamos Emelec/ queremos la copa/ la Boca está loca y en el campeonato vamos a celebrar», el coro lo repitieron más de seis veces. Pero dentro en el estadio es imparable. «Ahí gritamos los 180 minutos del partido», dijo Félix.

En un instante, todas las miradas se concentraron en ‘Plo Plo’. «Pilas, el hombre araña». Entre acrobacias el hombre menudo escaló una reja, se paró en un aire acondicionado, mantuvo el equilibrio y festejó sobre una baranda. Desde abajo, su público le respondía con chiflidos y gritos. El ambiente era sofocante cerca del mediodía. En medio del fervor, Juan Gutiérrez hacía una plegaria. «Que ganemos 3-0 y que el sol dé tregua».

A los pocos minutos su oración fue respondida. La motobomba 42 del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil comenzó a lanzar agua a los boqueros. Fue una fiesta anticipada bajo la lluvia. Empapados de sudor, agua y cerveza los hinchas tomaron nuevas fuerzas. El cuerpo sudoroso de ‘Baby One’ resaltaba entra la multitud. Su torso estaba cubierto por tatuajes y junto al corazón el escudo eléctrico. ‘Razón de mi locura’, se leía sobre su pecho.

«Hoy repetimos la historia del 88», decía como una profecía. En ese año, el once azul le ganó la copa al Deportivo Quito en la Capital. «En ese año yo era un pelado. Fui la mascota del equipo. Hoy estaré alentando al equipo desde las gradas».

La marejada azul golpeaba con fuerza la puerta de entrada al Capwell. Eran las 12:00. Entre las camisetas azules y plomas sobresalía una blanca. ‘Si jugaras en el cielo moriría por verte campeón’, se leía a lo lejos.

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