Hace poco leí una publicación institucional que titulaba así, y me quedé pensando en esa gran verdad. El titular del comunicado de EMELEC era a propósito de la sentencia que recibieron dos “hinchas” de EMELEC por haber encendido dos bengalas durante el partido de Copa Conmebol Libertadores frente al equipo argentino de Huracán.
No es mi interés en este texto analizar el comportamiento indebido de los jóvenes sentenciados a un año sin poder entrar al estadio, y a devengar su incorrección con 30 horas de trabajo comunitario, pues de eso ya se encargó el juez que dictaminó la sanción.
La verdad me sentí aliviado. No porque me complazca que haya gente que no pueda ver jugar a EMELEC en el estadio Banco del Pacífico George Capwell, sino porque entiendo que el estadio debe ser un lugar seguro para todos, que el amor por el club debe estar acompañado del respeto. Amor sin respeto no es tal. Es cualquier cosa. Por eso, el último partido en casa, el que jugó Emelec vs Nacional, puede disfrutar de una noche de fútbol acompañado de mi hijo menor, sin miedo, sin recelo de que algo malo ocurra ni en los graderíos ni en los alrededores del estadio.
La violencia no debe ser endosada al amor por los colores del club. Basta de creer que mientras más te amo, más locuras violentas puedo permitirme hacer o permitir que otros hagan en nombre de ese amor por Emelec. El fútbol es sobre todo diversión. Sacarlo de allí y llevarlo a una cuestión de testosteronas para probar quién es el que alienta mejor o más es, por lo menos, innecesario y peligroso. Y de eso hay muchos ejemplos, lamentablemente, en nuestro estadio y en otros. Veo una bengala y de inmediato mi mente piensa en Carlitos Cedeño. Las bengalas no son ni serán parte de la fiesta del fútbol. Es hora de que empecemos a marcar distancia con aquellos que solo quieren el caos y la anarquía y que se escudan en una camiseta. Eso no es amor por el Club Sport Emelec.
Emelec siempre fue de la familia. Debe continuar siendo. El estadio debe ser un lugar para disfrutar. La única preocupación que cabe en la tribuna es que el equipo no juegue bien, pero esa es materia de algo que no podemos controlar. Mientras tanto, debemos hacer nuestra parte en lo que sí nos corresponde. Es decir, cuidar nuestra casa y no exponerla a sanciones que perjudiquen al equipo y al resto de fieles seguidores emelecistas.
Daniel Solórzano Salazar
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