Alguna vez la cosecha de aplausos fue para ella. Triunfó y conmovió con su talento. Se pensaría que luego la vida le dio la espalda, pero no se queja. Solo sigue pedaleando.
Las fermentadas páginas de un diario de 1956 se deshacen al contacto, como las tapias de una ciudad destruida por la guerra.
En la sombra mohosa de la Biblioteca Municipal, asentada en una edición del miércoles 22 de febrero de aquel año, brilla la noticia con fulgor de hazaña: «La intrépida deportista guayaquileña Riquilda Lara, que hace algunos días saliera de la ciudad en pos de cubrir una carrera ciclística hasta Río de Janeiro, comunicó que se encuentra en Lima y que fue objeto de un cordial recibimiento por la Federación de Ciclismo del Perú.
Los diarios La Prensa, El Comercio y La Crúnica de allá le dedicaron amplios reportajes». Afila Riquilda las palabras, como un sable para dar lucha al escuadrón de años que embisten su memoria: «los periodistas me preguntaban que cómo pensaba llegar hasta Brasil, y yo les decía: eso es como comerse un pan».
Pero, como reza la canción, ¿para qué leer un periódico de ayer? La sabiduría coloquial es clara al respecto: preferible resulta confinar al olvido las malas noticias, a los personajes nefastos; sepultar en ceniza las regiones del mal recuerdo. «Lo malo es que con demasiada facilidad se olvidan también de los valiosos», apunta Riquilda. Se olvidan del artista extraño y del deportista de podio. Hoy, esta mujer sigue rodando, pero en un triciclo hecho con mayúsculas llantas y una silla con esqueleto de metal y cables amarillos. Hace cuatro años, debido a una gangrena, su pierna izquierda fue amputada. Eso le dificultó trabajar vendiendo mercadería, cosa que ha hecho desde que le tocó lidiar con la soledad más terca. Su esposo murió hace mucho. De sus dos hijos, el primero fue asesinado en un asalto; y el segundo está desempleado.
«Pedía prestadas las bicicletas pero no decía que era ciclista, y cuando me desafiaban, vencía»
Sin embargo, ella prefiere recordar lo bueno, porque es bastante. Su historia se remonta hasta mediados de la década del 30. Riquilda llegó con su familia, desde Vinces, a Guayaquil; y se crió entre las calles Chimborazo y Colombia. «Usted sabe que antes se pensaba que si la mujer estudiaba hasta segundo de colegio, ya sabía suficiente», se burla. Entonces le tocó trabajar desde temprano, y a los trece ya quemaba sus mañanas en una botica, ayudando en la preparación de rutanina, una pastilla contra el paludismo. «En aquellos días me enamoré de las bicicletas», comenta aún con entusiasmo. «En la botica trabajaba por las mañanas y por las tardes entrenaba en pista».
A principios de los 50 se asoció al club deportivo 9 de Octubre. Fue cuando empezó a competir en carreras locales, que por lo general organizaban El Telégrafo y El Universo. Riquilda repasa los duelos con Débora Martínez, así como la presencia de gente que le ayudó mucho. Menciona a Juan Chérrez Gómez y a Juan Calero, quienes siempre apoyaron, desde su trabajo en el Tenis Club, a los atletas porteños.
Gracias a esa ayuda y a distintas colaboraciones logró viajar a Colombia. Compró un pasaje para embarcarse en un avión de la Pan-American Grace Airways, aquella tradicional aerolínea que por los 50 dejaba surcos de humo en los cielos de América Latina. Estuvo en Cali y Palmira. «Pedía prestadas las bicicletas pero no decía que era ciclista», prorrumpe, abriéndose paso entre una carcajada, «y cuando me desafiaban, vencía». Luego vinieron sus viajes a Perú, Bolivia y Brasil; países donde hizo, según cuenta, demostraciones en varios estadios. Épocas de un vértigo parecido a la felicidad, el de ir pedaleando y cortando el viento como la quilla de un barco en viaje.
Ahora el vértigo es más bien una forma de incertidumbre. Los días de gloria de Riquilda han sido confinados a un expediente de amarillentas páginas que duermen entre un nimbo de polillas. La campeona – «así me llamaban», asevera con firmeza- ha tenido que bracear contra ofuscadas corrientes. Anduvo vendiendo mercadería, sacando a sus hijos adelante. luchando contra la enfermedad. Después de vivir un tiempo en el sur con una arrendataria alcohólica y maltratadora, una familia que la conoce desde siempre la invitó a vivir en su casa de la calle Argentina, entre la 13 y la 14. Y hacia allá va Riquilda ahora, con las ásperas pupilas inyectadas de tristeza, pero intrépida siempre; sin dejar de mirar hacia adelante.
Datos
Nació en 1931, en Vinces. Su madre fue ama de casa y su padre un comerciante que emigró a Alemania a probar suerte. A los veinte años su por el ciclismo la llevó a las competencias locales que la hicieron conocida. «Siempre dejé todo por mi club», afirma enfática Riquilda.
Durante la entrevista viste una camiseta del Club Sport Emelec. La risueña mujer afirma que se debe a que, en algún momento, dicha institución la pretendió como corredora. «Pero como era campeona invicta -recuerda- el 9 de Octubre no quiso darme el pase. Nunca quisieron que me vaya».
Para los campeonatos locales en los que Riquilda participaba, realizados cerca del Parque Centenario, existía el reglamento de que primero había que correr en bicicletas de paseo y luego en bicicletas de carreras. «El público respondía bien – asegura la mujer- pero hoy se han olvidado del ciclismo». película sobre Narcisa de Jesús.
Para dar buena batalla, Riquilda se entrenó duro y perfeccionó su técnica. Trabajaba en la botica y, paralelamente, practicaba en pista. Aprendió las «mañas» del buen sprint ciclístico y obtuvo resistencia. Con las victorias, la gente de su círculo empezó a llamarla «la campeona».
Cuando era joven, asegura, se vestía elegantemente; con guantes y trajes de buen corte. Así llegaba a la redacción de los medios, y a los periodistas les costaba creer que era deportista. Pero no es eso lo que extraña de su vida pasada, sino el deleite de la competición y la victoria.
El problema es que las noticias deportivas solo hablan de futbol, y dejan relegados los otros deportes y por ende a los que lo practican, asi el publico tiene pocas oportunidades de conocer personajes como la sra. Lara.
Mis respetos y mi admiracion para ella como deportista y como persona.
El problema es que las noticias deportivas solo hablan de futbol, y dejan relegados los otros deportes y por ende a los que lo practican, asi el publico tiene pocas oportunidades de conocer personajes como la sra. Lara.
Mis respetos y mi admiracion para ella como deportista y como persona.
Dios la bendiga sra Lara
Dios la bendiga sra Lara
q excelente reportaje, creo que se puede obtener dos conclusiones: nada es imposible y lo imposible hay que intentarlo. Qué Ãdolo Riquilda, inspiras. Felicitaciones por la nota.
q excelente reportaje, creo que se puede obtener dos conclusiones: nada es imposible y lo imposible hay que intentarlo. Qué Ãdolo Riquilda, inspiras. Felicitaciones por la nota.
Que ejemplo de mujer sigue adelante Riquilda los Emelecistas te apoyamos,tu puedes vas a lograr lo que quires ya eres una campeona.
Que ejemplo de mujer sigue adelante Riquilda los Emelecistas te apoyamos,tu puedes vas a lograr lo que quires ya eres una campeona.