En la categoría : Emelecistas | Opiniones
Dentro del tema : EMELEC
Autor del texto : Páginas Ecuatorianas
Fecha de publicación: 24 Abr, 2015

(Por : Sarah Carrozzini )

En medio del – te compro y me vendes entradas», flamean las banderas azules, se escuchan gritos y el incansable calor de Guayaquil se siente en esta tarde de fútbol. Las calles cercanas al estadio Capwell se vuelven a pintar de azul. Está su hinchada, su incansable hinchada, y solo quedan unas pocas filas para ingresar por completo al partido. No es cualquier partido, nunca lo es, pero este fue un día decisivo. Era un partido que EMELEC tenía que ganar para continuar en la Copa Libertadores.

Desde adentro parecería que los aplausos se convierten en latidos, estamos a punto de comenzar los dos tiempos capaces de mezclar la pasión con ansiedad. Suena el primer pitazo del partido. – ¡Vamos azules!» es el gran eco del estadio -retumba el palco-. A mi alrededor la gente permanece sentada pero sus brazos comienzan a moverse: se los llevan a la cabeza, a la boca, al cachete, a uno o dos cigarrillos. Y es que acá, como cualquier punto de este estadio, la historia se repite. Son hinchas que se conocen, se han visto en otros -o muchos- partidos y tienen sus propios códigos.

La tradicional Boca del Pozo se hace escuchar al otro lado y no deja de cantar. Es una comparsa que nos alienta a todos con el repetitivo: – Que se paren los azules». Mientras que al otro extremo de la cancha se ubican – Los de abajo». Esta vez son pocos y es la barra que no se olvida de la U. de Chile, rival de los azules y que juega sabiendo que ya está descalificado de la Copa.

Los minutos se escurren al cuestionar el juego: – ¿Por qué esa falta?, ¿era falta?» Por un momento hubo un gol que partió a los azules de emoción pero nadie notó la bandera levantada. Era offside. Estar tan atento a los cambios despistó a la barra que no entendía por qué no estaba ganando Emelec. Nadie se mira, los ojos permanecen clavados en la cancha. Algunas palabras distraen y en una jugada inesperada, antes de que termine el primer tiempo, los azules saltan. Miller Bolaños era el responsable de anotar algo más grande que un gol. Era el paso de la clasificación de los azules en el minuto 42, el gol que hacía falta. Aún así, había un sabor de que el equipo azul debía de moverse más. No se entendía qué es lo que estaba pasando con el 10. ¿Quién era el 10? – Es un crack pero necesita más tiempo», me dijeron. Se trata de Fernando Gaibor, quien generó una serie de críticas por su juego.

El segundo tiempo perturbó a la hinchada azul desde el comienzo. Una hinchada que se consumía por el calor. Nuevamente los dos brazos detrás de las cabezas: – Hay que cuidar más», se escuchó un poco desde más abajo. Algunas llegadas al arco por parte de los chilenos preocupó a más de uno. Sin embargo, el nuevo entrenador de los azules, Omar De Felippe, parecía manejar la situación con calma. Se lo podía ver tan solo de espalda pero se habla de que es solo – cuestión de tiempo»; decían a mi lado acerca de las jugadas que hacía De Felippe con el equipo. Al parecer no resulta difícil confiar en el nuevo DT pero lo importante ahora se repetía en la barra: – no nos vale un empate».

Cada vez más aumentaba el agotamiento de los jugadores, especialmente el de los chilenos. Si en la gradería ya estábamos delirando por el calor, fácilmente podíamos imaginar lo que ocurría en la cancha. De pronto un cambio esperado: Marcos Mondaini entra a la posición de Gaibor. Aún así los pases no alcanzaban el arco y quedaron tan solo en intentos fallidos. Uno de esos momentos fue el gol que se quedó en el zapato de Mondaini. Es más, todo quedó en silencio para ver a Mondaini pasar a Johnny Herrera, arquero de la U. de Chile, y dudó. El grito de gol se quebró al instante. EMELEC se había – comido» un gol más y ya estaba desencantando a la hinchada (por más que estuviese ganando).

Al minuto 63 apareció Miller Bolaños trás recibir la pelota en el borde y dar un cambio al marcador. La entrada segura de los azules en los octavos de final de la Copa Libertadores se hacía realidad y el estadio explotó de alegría. Se escuchó en medio de todo que – Escalada no puede ni con su vida» pero la tensión ya estaba controlada.

La última vez que se preguntó el tiempo del partido faltaban apenas seis minutos. El pitazo final daba como resultado la clasificación de EMELEC con dos goles y con una sensación que se repitió entre los hinchas: – pudo jugar más». Aún así los emelexistas mostraron su optimismo con esta victoria que deja a Ecuador en la siguiente fase de la Copa Libertadores.

Por : @Sarahcarrozzini

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