Viviendo como un ecuatoriano en España. Para Wilmer Santos Rizzo cuando dirige al “11 de Septiembre” deja de ser un humilde pintor y pasa a ser el entrenador del equipo que encabeza la serie A de la liga de fútbol latinoamericana Juan Pablo II. De los 46 equipos que integran la primera, segunda división masculina y la femenina, 43 son ecuatorianos.
Una parte del clan Moscuy Vela. Comenzaron a llega mediados los 90 y ya son 70 de familia aquí, cuatro generaciones.
CECIBEL LLEGO A España hace algo más de ocho años desde su querida Ecuador.
Datos
Hoy toda la familia vive aquí. Toda su familia no son pocos: exactamente 70, entre sus padres, sus hermanos, sus hijos…La familia de Cecibel, los Moscuy Vela, no son un caso excepcional; la formada por Mauricio y Ana Alava suman 90 miembros. La mayor concentración de ecuatorianos en España -son entre 500.000 y 600.000 en total- está radicada en Hospitalet de Llobregat, localidad en la que uno de cada ocho pobladores, según la estadística oficial, son ecuatorianos, si bien en determinadas calles se habla de uno de cada dos.
Tienen sus bares, sus restaurantes, sus discotecas, sus ligas de fútbol, sus peluquerías, sus dvd…Un periodista de CRONICA ha vivido como ellos y con ellos durante una semana, descubriendo luces -el esforzado afán por mejorar sus situaciones- y sus sombras -la bebida para olvidar la distancia, el fenómeno violento de los «Latin Kings»-. La integración dista mucho de la realidad. Éste el primer reportaje de una serie en primera persona.
Dimensiones
En ocasiones, el dolor se puede resumir en el lugar donde uno duerme. Me toca de cerca en una habitación de mala muerte. Tengo un orinal de dos tonos de amarillo en mi mesa de noche. Las dimensiones de la habitación son de aproximadamente 2.20 por 1.5 metros.Menos incluso que el espacio de una celda. Aquí, a esta pensión de L’Hospitalet de Llobregat, llegan los nuevos inmigrantes antes de ir en pos de su nueva vida.
Eso cuando no logran cupo en casa de una familia de compatriotas. Hospitalet es el mayor enclave de ecuatorianos de España. Aquí, donde los pisos suelen ser tugurios, viven 80.000 del más de medio millón de inmigrantes de esta nacionalidad (según la Asociación de Ecuatorianos en Cataluña). Haciendo zoom, el foco más importante de este gran gueto es la línea imaginaria que comprenden las paradas de metro de Can Vidalet y Florida.Un lugar donde los sueños se compran en euros y se finiquitan en dólares al otro lado del charco. Es el pequeño Ecuador.
Ambiente
El orinal desprende un hedor que inunda el ambiente. El plástico retiene las impurezas. Se ha impregnado de los restos putrefactos de otros. Hace ocho años, cuando Cecibel Moscuy llegó en un vuelo con escala en Madrid desde su Quito natal, estuvo en un lugar bastante peor que el que ahora me toca. Ella, sin embargo, lo considera un lujo que, en su momento, le fue inalcanzable.
Pago 23 euros por adelantado. Si no se paga así, el dueño de la pensión amenaza con sacar las maletas al pasillo, y no se hace responsable de lo que pase. Una fortuna para un extranjero, desorientado y con las alforjas casi vacías, que llega de un país donde la noche, en un lugar similar, no le costaría más de 2 euros.
Declaraciones
Cecibel, de 35 años, llegó a vivir en pisos de apenas 45 metros cuadrados. Ella y 20 personas más. Sin intimidad. Sin ducha diaria.Teniendo que respirar el olor corporal de quienes ni conocía el nombre. Menuda de estatura, tiene los ojos cansados, rojos, rodeados de ojeras que no desaparecen. Llegó a este gueto de Hospitalet sin quererlo. Se había ofrecido a su prima para acompañarla en su primer viaje a España. Su plan, como turista, era quedarse dos meses. Fue de las primeras en llegar en la gran invasión que comenzó a mediados de los noventa. Cecibel va para nueve años.
Su locutorio, al que ha puesto de nombre Quito, es hoy uno de los lugares de encuentro de la comunidad ecuatoriana. Desde allá se comunican vía cabinas telefónicas, recargan sus móviles o hacen conferencias web. Éste es el principal nexo con el que aún consideran su mundo. Desde allá también envían dinero. Las remesas de los ecuatorianos a su país son la segunda fuente de divisas después del petróleo: más de 1.100 millones de euros anuales.
Peligro
El locutorio de Cecibel queda a escasos 15 pasos de una de las dos bocas de metro de la Florida. Alrededor se levantan bloques de edificios austeros. De paredes crema, sucias. Tres chicos -tres latin kings- esperan apoyados sobre la chapa de un coche destartalado. Pasan el rato asustando a los transeúntes. En cuanto alguno divisa su presa, los demás se giran y aprietan sus dientes.La intimidación. Es el juego que dominan. Es el centro Latin King de Cataluña. Su reino.
Los postes están repletos de carteles de venta de pisos. Una mujer española, que lleva 25 años en Hospitalet, pega uno más.«Esto ya no es Cataluña, sólo me quiero ir», dice. Durante la dictadura franquista, Hospitalet albergó la inmigración de otras partes de España. Mayormente eran obreros, albañiles y peones.
Los mismos trabajos por los que hoy pugnan los de América. Esta zona es hoy racialmente mixta y hay por eso una gran tensión en el aire. «Los españoles son fríos y racistas, me miran mal, como si fuera una delincuente», dice Cecibel. Las estadísticas oficiales hablan de que uno de cada ocho pobladores de Hospitalet es ecuatoriano. En ciertas calles ya se habla de uno de cada dos.
Ecuador
La otra boca del suburbano tiene a 10 metros el Descanso Latino.Las mesas de este bar, salpicado de banderas de Ecuador y otros recuerdos de Guayaquil, están plenas de botellas vacías de cerveza.Por ahora, el mayor problema entre estos inmigrantes es la embriaguez.«Bebemos para olvidar, para imaginar que estamos en nuestro hogar», cuenta un comensal. «¡Dos más!», pide.
Hay restaurantes de comida ecuatoriana que han limitado el expendio a tres cervezas por persona. Uno de ellos es el Rincón Manabí, en Can Vidalet. Se respira Ecuador. La mayoría de los que acuden aquí ahorran durante una semana para poder comer un encebollado, un arroz con camarones o una guatita. Beber una Pilsener, su cerveza nacional. O refrescarse con una gaseosa Tropical. Por dentro es un restaurante típico, un viaje a miles de kilómetros; sólo que más caro. Marcelo Vera es el dueño. Utiliza una camiseta Polo y tiene dos cadenas de oro en el cuello.
Anuncio
Oro en las manos.Abre todos los días a las nueve de la mañana. A mediodía está completamente lleno. A las dos de la tarde se reparten boletos para poder entrar. Nunca se ha anunciado en las páginas amarillas.«Ni lo haré, porque sus vendedores nunca han venido, sólo me anuncio en medios ecuatorianos», argumenta sin parar de trabajar.Su competencia directa son otros 30 restaurantes y bares de sus compatriotas que hay en la zona.
El negocio es tan próspero que hay paquistaníes que ponen la bandera de Ecuador en la puerta para intentar conseguir más clientes, sin éxito. Mientras en el local de Mauricio la gente apela a todo -incluso a sobornos- por entrar, los locales paquistaníes no pasan del par de clientes.Quizás el mayor problema no sea la comida. En algunos casos es exactamente igual, pues han contratado a cocineras ecuatorianas con muy buena sazón. Es una cuestión de hermandad.
Familia
La familia de Cecibel son 70 personas. Todas están en España.Son cuatro generaciones del clan Moscuy Vela. Ella fue la primera en llegar y los fue trayendo a todos, uno a uno. Tiene dos hijos.«Cuando tenía dos años aquí traje a mi Geovanny, entonces era sólo un bicho», cuenta con una media sonrisa. Su segundo hijo, Steven, es de los pocos Moscuy Vela que nacieron en Barcelona.El padre es también ecuatoriano. Ninguno de los miembros de su familia se ha casado con alguien que no sea de su propio país.Ella sólo ansía volver. «Pero no lo haré nunca, allá no hay lo que existe aquí, pero no lo hago por mí, lo hago por mis hijos», dice mientras realiza una recarga telefónica.
Los Moscuy Vela no son un caso excepcional. La familia que tiene Mauricio con su esposa Ana Alava llega a los 90 integrantes que residen en España.
LLAMANDO A CASA
Las conversaciones en las cabinas telefónicas del Locutorio Quito se escuchan a pesar de que las puertas están cerradas. Es por la costumbre de creer que si hablan más alto los escucharan mejor en su tierra. En ellas se resumen sus sentimientos.Sus pesadillas y contradicciones.
Locutorio 1. «Mi niño. Te has caído. Puchi cana. Ten cuidado.¿El colegio? Cuida tus notas. No te sientas solito. No puedo ir. Todavía no tengo los papeles. Todavía…»
Locutorio 7. «¡Se murió! No es verdad. No. ¡No! El Jaime. ¡El Jaime! Era bien pila (inteligente), el orgullo de mi mamita.¡Qué Dios lo tenga en su gloria!”»
Locutorio 3. «Está aniñado (engreído) el Carlos. Ya no está con su gente. Ahora sólo sale con zuquitos (blancos). Y antes era mi yunta (amigo entrañable)».
Entrevista
Las preguntas, los deseos, las malas noticias… comienzan a sonar desde primeras horas de la mañana hasta pasada la medianoche.Así son los negocios. Sin descansos. En la familia Moscuy Vela se dan el relevo unos a otros. «Aquí nos sentimos tristes pero luchamos. El qué importismo de la vida no va con nosotros», dice Cecibel antes de ir a recoger un billete de avión. Sus palabras se pueden interpretar como un deseo de no dejarse llevar por la desesperanza.
El retorno ocasional a los orígenes ayuda a paliar la añoranza.Geovanny, su hijo mayor, regresa a Ecuador. Su piso de 55 metros no tiene espacio para nadie más. Esto es una fiesta. Llegó cuando tenía 10 años. Regresa con casi 18, con sus Nike, sus gafas multicolores y su pañuelo debajo de la gorra de béisbol. Habla catalán. Pero parece que no será él quien rompa la tradición familiar. Su novia también es de la misma nacionalidad que él.
Cada vez que alguien se va, los recuerdos también vuelan al Ecuador.Se distribuyen por peso, hasta llegar a los temidos 64 kg. Tejanos, zapatillas, fotos y cartas se reparten. Los que vuelven allá son los ganadores. A los que les tocó vivir El Dorado español, aquél que les permitió llegar sin tener que sacar la visa Schengen.Sin verse obligados, por las circunstancias actuales, a comprarlas en el mercado negro o tener que adquirir pasaportes bolivianos.
LATIÑOLES
En estas calles magras uno descubre que el nuevo furor audiovisual es Latiñoles, comedia protagonizada por el inmigrante Kléver Prim. El DVD recién estrenado está en escaparates de restaurantes, compartiendo vitrina con el ajáy los platos del día, y entre los mazos de tarjetas telefónicas de los locutorios.
No se distribuye en otros lugares. Éste es su mercado natural.Es el retrato de los ecuatorianos hecho por ellos mismos (incluso la Embajada de Ecuador la auspicia). Latiñoles fue rodada en Barcelona, con ecuatorianos principalmente. Es la mejor descripción de lo que consideran el perfecto macho: insaciable, infiel y victorioso en las batallas cuerpo a cuerpo. Un Van Damme que reparte amor en la Barceloneta.
Los romances reales de estos inmigrantes nadan tienen de pletóricos.La ausencia de sus parejas genera miedos y deslices. Dos mujeres van dando pasos en zig zag. Pasan delante de un campo de baloncesto cerca de Torrassa. No es ficción.
-Me dejó, paisana -cuenta una mujer de unos 40 años, pelo negro que le pasa la cintura.
-¡Qué desgraciado! Tú que lo has mantenido durante años -le contesta su compañera de penas.
-Y yo que no le había hecho caso al Klever, tan bueno -comenta.
Ambas se pierden en una discusión con salvaje pena. Los triángulos amorosos son cotidianos. La explicación es la distancia. O haberse acostumbrado a ella. El tiempo que tardan en reunirse se mide en años. Nada es lo mismo.
DISCOTECA SOLEDAD
El bloque compacto de espectadores que rodea la discoteca Pacífico sOlo busca canciones de amor y soledad.Para ello se desplazan desde Hospitalet y el centro de Barcelona hasta el Prat de Llobregat. A una zona industrial rodeada de fábricas; sin vecinos que se quejen de los desmadres. Cantan cuatro estrellas ecuatorianas: Claudio Vallejo, Máximo Escaleras, Wilson Palma y Anita Lucía Proaño.
Se pasean por toda España sin que ningún medio de comunicación les preste la más mínima atención. Pero su público los idolatra. Son sus pequeños dioses.Antes del concierto el volumen de la música supera el de un avión al despegar.
La mezcla del DJ es demasiado kitsch. Reggaeton, salsa y cumbia se mezclan. Las edades también. Algunos visten como burócratas.Otros como cantantes de rap. Algunos lucen mechas rubias sobre cabellos negrísimos. La cerveza se bebe por cajas de 12 (unidad de medida en estas fiestas). Luces láser apuntan a las retinas.
Un presentador corta la música. Enumera los anunciantes y promotores.Son empresas de ecuatorianos que utilizan su cada vez más creciente poder para contentar a sus compatriotas. Crecen gracias a esa necesidad de arraigo. A las importaciones de gaseosas, cervezas y un largo etcétera que controlan.
Pregunta
«¿Cómo se llama mi país?», pregunta Máximo Escaleras sobre el escenario con su voz grave; aguardientosa. Ataviado con un traje beige, zapatos de charol y una camisa de cuello grande que sobresale por encima de la chaqueta.
El coro de respuesta es rotundo: «Ecuador».La euforia desnuda los chovinismos. «Esto se lo dedico a toda la gallada», suelta Máximo. Es uno de los máximos exponentes del género rockolero, que mezcla los instrumentos eléctricos con ritmos caribeños almibarados. La masa se sujeta a la baranda de seguridad.
Los brazos se levantan. El éxtasis se desata. «Debería olvidarte pero no es así», es un verso de la primera canción. «Ecuador», «Guayaquil», «Manabí», dicen algunos para sus adentros. Las cajas se solicitan sin pausa. Los gritos evocando el país que dejaron atrás prosiguen.
El máximo éxito de Máximo causa un pequeño silencio.Donde apenas se canta. Parece que les ha dado un golpe al corazón.«No quieren que vivamos felices en el Ecuador», se escucha. Las voces suenan al unísono. Máximo mueve el micrófono y apunta a su público.
El siguiente tema evoca al hombre que se gasta todo lo que obtiene en la bebida. «Chúpate la plata», dice la canción. Una muchachilla, siguiendo un impulso orgásmico, mira al techo y levanta las manos.
PISANDO FUERTE
Si la música es el recuerdo de sus penas, el fútbol es el escape. Para Wilmer Santos Rizzo lo es. Cuando dirige al 11 de Septiembre deja de ser un humilde pintor y pasa a ser el entrenador del equipo que encabeza la serie A de la liga de fútbol latinoamericana Juan Pablo II. Sus gafas oscuras son su amuleto. Que sea latinoamericana es una imprecisión. De los 46 equipos que integran la primera, segunda división masculina y la femenina, 43 son ecuatorianos.
«Esta es nuestra distracción y hay importantes jugadores», asegura Wilmer. El domingo se disputan partidos durante 12 horas seguidas en un campo que queda cerca del centro comercial La Maquinista.Como para asistir a los conciertos, el gueto se traslada por el fútbol.
A pesar de la enorme migración, resulta increíble que en esta liga participen ex jugadores de los clubes más punteros de Ecuador (Emelec o la Liga Deportiva Universitaria de Quito). «Nos fuimos todos quienes pudimos. Ahora a ninguno de esos que vitoreaban en estadios tan grandes como el Atahualpa (aforo: 70.000) les importa ser obreros».
Sobre el equipo
«Yo llegué aquí por el Barcelona de Cruyff», dice un obeso espectador, de unos 55 años, que lleva cadenas doradas por todo el cuerpo.En su patria era forofo del Barcelona de Guayaquil. Es el transito clásico ecuatoriano: el Bar-Bar. Ahora lo es del equipo de Ronaldinho.«Para máes lo mismo, tienen el mismo uniforme. Su enorme anillo de oro, con el escudo del club de sus amores, demuestra la dimensión de su afición.
Wilmer ha conseguido que su equipo dispute la Tercera Regional Española desde el próximo año. Su aspiración es llegar a Primera División con sólo jugadores de su país. Está en eso. En el reflejo de sus gafas se ve la celebración de un gol.
LATIN KINGS
«Voy a comprar una 38 mañana», dice un muchacho en la mesa que comparte con cuatro más. Cinco latin kings en una mesa de un restaurante ecuatoriano son cinco clientes más.Es el único momento donde no se debe actuar con cautela. En la calle es otra historia. Al salir, después de acabar su comida, pueden llegar a reunirse en grupos de veinte.
Así son imparables.Cargan navajas de más de 12 centímetros. Los más fanfarrones tienen pistolas de fogueo, muy similares a las verdaderas. Los líderes tienen armas de fuego reales.
Los Mossos d’Esquadra hacen ronda por Hospitalet cada 15 minutos.Los Latin Kings los observan con desprecio desde recovecos donde no se les ve. Lo mejor es mantener una distancia prudente. Lo saben todos los vecinos. Es el mayor temor del gueto. Los odian.Aquí aparecieron las primeras pintas y las primeras muertes.Los colegios tienen custodia policial constante. Es el nacimiento de un nuevo Bronx. En la España más cosmopolita. Los letreros de pisos en venta están en cada esquina. Una bala calibre 38 -aún virgen- espera en la recámara.
PRÓXIMA ENTREGA
LA COMUNIDAD RUMANA AQUI, UN MATRIARCADO
Un periodista rumano convive con sus compatriotas en una comunidad del sur. Han logrado montar hasta su propia fábrica de embutidos.
LA ROPA
Dentro de Hospitalet, el gran foco se puede establecer entre las paradas de metro de Florida y Can Vidalet. Y como ejes anexos y cercanos Can Serra, Torrassa, Publilla Cases y Santa Eulalia.Si se tuviese que hacer una clasificación de los ropajes de los integrantes de este gueto se tiene que hacer una distinción obligada basada en la edad. Los jóvenes han adoptado la estética del Latin Gang o Latin King. Los adultos adoptan un estilo que emula a burócratas de bajo rango: camisas o camisetas, pantalones de traje y la chaqueta sin utilizar. Como accesorios y complementos se admite todo pero tiene que ser dorado. Si es de oro mejor, pero son válidos también los baños y enchapes en este noble metal
EL VOCABULARIO
Resulta un embrollo mayúsculo entender sus términos más propios.Ésta es una lista para no perderse en el gueto. Zuquito o Gringo: genérico de gente blanca, aplicable sobre todo a los españoles.Agüaitar: vigilar. Atarzanar: agarrarse muy fuerte de algo. Aviador: se dice de quien toma ventaja de cualquier situación. Buitrear: ser galante, tratar de encandilar. Cromo: cara. Gallada: grupo grande de amigos y conocidos. Hablar paja: decir tonterías. Irse de moco: llorar a raudales. Lamparoso: mentiroso. Simón: sí.Polla: chuleta para los exámenes. Pisos: zapatos. Pila: inteligente.Pecuaca: olor putrefacto. Trueno: pistola. Guerrillera: mujer que le gusta el flirteo. Mirada braguetera: la que le da una mujer a un hombre cuando intenta ligárselo. Rocapeña: avaro.
Buena gente y mala hay en todas partes.
Si desean saber más sobre la vida de Ecuatorianos, catalanes y latinos en Barcelona y alrededores:
http://ecoturismoenecuador.blogspot.com
Lo de que los españoles somos frios y racistas es mentira. Aqui hay de todo, pero es que ademas los ecuatorianos son MUY CERRADOS, y por cierto, los andinos si son frios y acomplejados, los que vienen de la sierra, sobre todo las mujeres. Cuando emigras a otra parte siempre estas solo, aqui y en cualquier lado, pero como dice el dicho, donde fueres, haz lo que vieres. Por cierto, siento destruir dos mitos suyos, primero, los Españoles somos tan latinos o mas que ustedes, por que es latino el que habla un derivado del latin. En España se esta mucho en la calle. El segundo el que los latinoamericanos ni son tan calidos ni tan abiertos como parece. Yo tuve una novia peruana y en dos años apenas pude decir que la conoci. Era MUY CERRADA. Nunca conoceras a un español si solo te relaccionas con los de tu pais.
Saludos: Un latino español.